La importancia del blanqueamiento dental


La importancia del blanqueamiento dental

 

Nadie puede dudar de la tremenda importancia que se le da hoy día a la imagen personal, lo que lleva a dedicar una buena parte de nuestro tiempo y dinero en conseguir mejorar el aspecto físico. En este deseo de buena apariencia juega un papel fundamental el estado de nuestros dientes, cuando al estereotipo de belleza actual va unida de forma inexcusable una SONRISA BLANCA Y LUMINOSA.

    Esto no es un deseo reciente, sino que ya se describen en textos romanos consejos para blanquear los dientes, siendo lo más eficaz el frotarlos con urea, sobre todo si es de la zona de Hispania (la urea de Portugal). En la Edad Media los barberos usaban el "aquafortis"(con ácido nítrico).

    Hace más de un siglo Westlake (1895) describe como agente blanqueante una mezcla de peróxido y éter. Abbot (1918) usa el Superoxol (mezcla estabilizada de H2O2 al 30%).

    Pero es en 1968 cuando entre los periodoncistas se empieza a utilizar el peróxido de carbamida como antiséptico en las férulas oclusales y Munro describe como efecto secundario un aclaramiento dental, confirmado también por los ortodoncistas al tratar las gingivitis de sus pacientes con este producto. Todas las observaciones que se acumulaban llevaron a hacer suyo el método de blanqueamiento ambulatorio a Haywood y Heymann en 1989 en la Universidad de Carolina del Norte y a la aparición del primer blanqueador comercial: White and Brite (Omni) a base de peróxido de carbamida al 10%.

    La aparición de este producto supone un hito en la Odontología en un momento donde empieza a tomar importancia la estética. A partir de aquí el progreso de técnicas y productos ha sido imparable, así como la guerra de compañías comerciales por acaparar porciones del mercado. Esto ha provocado, en gran medida por culpa de la profesión odontológica, la "frivolización" de las técnicas de blanqueamiento al ver productos anunciados como "efectivos e inocuos" en prensa, radio y televisión de venta en farmacias, droguerías y supermercados.

    Digo que esto es en gran parte por nuestra culpa, al no haberle aplicado el suficiente contenido científico y la profesionalidad necesaria a estas técnicas para que la población percibiera en todo momento que estamos ante una parcela de la salud que debe ser aplicada y supervisada por nosotros.

    Me parece que ya no queda excusa para que la profesión odontológica, por una parte, recupere el protagonismo que nunca debió perder en esta parcela. Y por otra no renuncie a ofrecerles a los pacientes de una forma sistemática los excelentes resultados que se obtienen con estas técnicas, siempre aplicadas tras un correcto diagnóstico y con el conocimiento preciso de los mecanismos de acción y precauciones a tener con cada producto.

Rafael Plá García. Médico Estomatólogo. Práctica Privada en Albacete.
Prólogo del Manual Práctico de Blanqueamiento Dental